Argentina envía sólo a su embajador en Londres
El gobierno argentino ha decidido enviar únicamente al embajador en Londres, Javier Figueroa, para representar al país en las ceremonias de coronación de Carlos III. Esta decisión podría interpretarse como un desprecio hacia la Corona británica, especialmente en momentos en que el gobierno de Alberto Fernández ha vuelto a poner sobre la mesa el conflicto por la soberanía de las Islas Malvinas.
Tensión en las relaciones con el Reino Unido
La administración de Fernández ha dado de baja algunos acuerdos con el Reino Unido firmados durante el gobierno de Mauricio Macri y ha tenido un pulso duro con los británicos por la decisión de Londres de enviar fuerzas kosovares a las Malvinas en un ejercicio de cooperación y entrenamiento dentro de la OTAN. Sin embargo, a pesar del conflicto de soberanía, el comercio entre ambos países ha sido positivo en los últimos años.
Polémica por la falta de visión estratégica
Críticos de la decisión de enviar sólo al embajador en Londres a la coronación de Carlos III argumentan que esta medida evidencia falta de visión estratégica, ya que líderes de todo el mundo, como Lula da Silva, Emmanuel Macron y Frank-Walter Steinmeier, estarán presentes en las ceremonias en la capital británica.
Comparación con otros países latinoamericanos
La representación argentina en la coronación de Carlos III es menor en comparación con otros países latinoamericanos. Por ejemplo, el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou envía a su canciller, Francisco Bustillo, mientras que Chile envía excepcionalmente a su embajador en la capital británica.
Fidelidad de los isleños a la Corona británica
A diferencia de otros territorios de ultramar en conflicto con Londres, los habitantes de las Islas Malvinas son sumamente fieles a la monarquía británica y conservan sus costumbres coloniales. La gobernadora de las Islas Malvinas y representantes de la Asamblea Legislativa estarán presentes en la coronación de Carlos III.
En conclusión, la decisión del gobierno argentino de enviar únicamente a su embajador en Londres a la coronación de Carlos III ha generado polémica y descontento, tanto por la percepción de desprecio hacia la Corona británica como por la falta de visión estratégica en un contexto de tensión en las relaciones entre ambos países.