Desde la Academia Argentina de Ética en Medicina, surge una voz de alarma sobre el progresivo deterioro del sistema de salud del país y la precaria situación en la que se encuentran los médicos.
Los médicos argentinos lidian con condiciones laborales cada vez más difíciles. Los sueldos escasos, no acorde a la responsabilidad que conlleva su labor, junto con la sobrecarga de trabajo y falta de descanso adecuado, llevan a muchos al borde del agotamiento. Esta situación repercute en su desempeño, y abarca desde los profesionales recién graduados hasta los jubilados.
Se teme que Argentina, un país que ostenta un alto número de médicos por habitante, enfrente una futura escasez de estos profesionales. Muchos recién graduados eligen no ejercer, mientras otros desisten de hacer una residencia u obtener capacitación adicional. La docencia y la investigación en el campo médico están desprotegidas.
El malestar entre los pacientes aumenta, con demoras en los turnos y casos de violencia hacia el personal de salud, a quienes responsabilizan por la situación actual. Se evidencia también una baja calidad en la atención médica en algunos casos.
El COVID-19 ha visibilizado y profundizado los problemas estructurales del sistema de salud, ya existentes desde hace tiempo. Aunque el factor salarial es esencial, la crisis excede lo meramente económico.
Hoy, la tendencia entre los médicos jóvenes es emigrar a Europa o Estados Unidos para mejorar su formación y calidad de vida, y muchos ya no piensan en regresar. La situación es entendible, pero lamentable, pues se está perdiendo el potencial de muchos profesionales.
El desgaste y el maltrato sufridos están causando frustración y enojo entre los médicos, alimentando la percepción de estar desprotegidos y explotados. La esencia de la medicina, una profesión noble y vocacional con una profunda misión humanitaria, está en crisis.